Un payés de verdad corre, salta, se arrastra y trepa que se las pela. Como el año pasado, la playa de s´Arenal de Sant Antoni se convirtió en el escenario donde demostrarlo, gracias a una carrera de obstáculos en la que los auténticos indígenas demostraron su adaptación al medio sorteando trampas a lo largo de una pista de 4,5 kilómetros, todo para hacerse con una copa de latón disfrazados de cualquier motivo. La vergüenza es lo primero que se pierde en la competición rústica más divertida.
SANT ANTONI | ALBERTO FERRER ¡Nada de sacar codos! Un auténtico payés compite limpiamente para hacerse con el trofeo del Pagès Extreme Running, una prueba que no llegará jamás al calendario oficial de ningún deporte pero permite demostrar las cualidades que deben adornar a un verdadero campeón del medio rural pitiuso. Y esos son, al menos en la última edifción de la prueba, Bernat Ribas, en la categoría de adultos absoluta, y Sabina Corral, en la de adultas.
Ribas, un curtido triatleta, define el recorrido de «entretenido», así que igual la organización debería plantearse incrementar el número de obstáculos o elevar la peligrosidad de los mismos para bajarle los humos a este indígena. El flamante ganador asegura que, después de la prueba que le hizo arrastrarse por varios tubos y bajo una malla americana, volverá a competir la próxima semana en un duatlón convencional.
Marina Quintero fue la tercera mejor clasificada entre las mujeres y se apuntó porque su profesora de gimasia le dijo que si no, se arrepentiría, explicaba luciendo su copa: «Fíjate tú, sin entrenar». Por supuesto, debutaba. Para la ocasión lucía un atuendo de jugador de rugby combinado con una porra de cheerleader. No jugó sucio, pero en su grupo asegura otra participante que «la que iba de Batman sí». No es lo habitual porque «se corre para divertirse», como decía Cati Riera, segunda en la categoría de mujeres veteranas (más de 40 años), con la cara cubierta por un maquillaje rojo apagado, el de la pandilla Los Masca.
De los 411 preinscritos, sólo 200 tomaron finalmente la salida. «El viento nos ha hecho la puñeta», comentaba Mayte, de la empresa organizadora, Ocisport. También son los responsables de la Buff Epic Race, que recorre la montaña de Montjuïc en Barcelona, pero «la arena da mucho más juego». Sobre ella desplegaron pilas de neumáticos, balas de paja, un grueso hinchable tubular y utilizaron también elementos del entorno como los tubos de desagüe de las rieras para el circuito, al que los participantes dieron dos vueltas para correr nueve kilómetros.
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